lunes, 19 de diciembre de 2011

La muerte de Julio César

El 15 de marzo del año 44 a.C. Julio César había convocado al Senado para discutir sobre unas campañas contra los partos que iban a iniciarse en tan sólo unos días. Allí se iba a encontrar con un grupo de conspiradores, que iban a tratar de asesinarle en la Curia del teatro de Pompeyo, que era el lugar donde se reunía el Senado. Era la última oportunidad de los conspiradores para asesinarle, puesto que en unos días partiría hacia Oriente, y en territorio italiano no contaba con la protección de una escolta.

Al llegar a la Curia, un hombre le dio a César una lista, que incluía el nombre de todos los conspiradores, pero que no tuvo tiempo de leer antes de entrar en la Curia. Entró con el pergamino en la mano, en el momento en que se llevaban a Marco Antonio afuera, con el pretexto de contarle algo de importancia, ya que podría intentar defender a César. Se quedaba de esta forma sólo contra los conspiradores.
 
Fue en ese momento cuando otro de los conjurados se le acercó por detrás a César y le clavó su puñal en la espalda. César se volvió y se defendió clavándole el stilo que llevaba para escribir en el brazo al traidor, pero cayeron sobre él los demás conjurados apuñalándole. César aún tuvo fuerzas para empujarlos, pero los asesinos se lanzaron sobre él, clavándole numerosas puñaladas. Cubierto de heridas, desangrándose, Julio César se irguió con dignidad, se colocó la túnica para que al caer cubriera sus piernas y, siguiendo una milenaria costumbre, se cubrió la cabeza con la toga para no tener que ver el rostro de sus asesinos que volvieron a lanzarse sobre él apuñalándole, hasta que cayó muerto a los pies de la estatua de Pompeyo Magno que presidía la Curia del teatro de Pompeyo.

Cayo Octavio Turino
Nació en el año 63 a.C., el mismo día en que se produce la Conjuración de Catilina. Su familia es original de Velletri, pero él ya nació en la Urbs, posiblemente en una mansión situada en el monte Palatino. Su padre alcanzó la pretura y después fue nombrado gobernador de Macedonia, y su madre era una sobrina del propio Julio César, y por ella entrarán en contacto César y Octavio. Fue el propio César quien se encargó de la educación de Octavio, mostrando gran interés en él, quizás por no tener hijos.

Debido, quizás, al interés que mostró César por el joven Octavio, a la muerte del primero, se descubrió que en el testamento había decidido adoptarle como hijo suyo. Esa adopción, además de reportarle bienes personales, prácticamente le señala como heredero del César en el plano político, algo que no podía hacer de forma directa, debido a que no respetaría sino las normas de la República.
La situación tras la muerte de César

Marco Antonio tenía en ese momento 40 años, y procedía de una familia de destacados políticos, había desempeñado cargos como oficial de caballería en las campañas de Palestina y Egipto, y había combatido como oficial del ejército en la Galia. Fue nombrado cuestor, augur, y tribuno. En el 48 a.C., en la Batalla de Farsalia contra Pompeyo, César le otorga el mando de su ejército. El propio Antonio llevó los asuntos de César en Roma durante su estancia en Egipto. Además, también compartía el consulado en el 44 a.C.: en teoría era el heredero político de César.

Marco Antonio se queda teóricamente en una posición predominante a la muerte de César. Intentó perseguir la paz y el final de la tensión política que se respiraba, al tiempo que intentaba afianzarse como líder de los cesarianos, por encima de Lépido, cuyas tropas habían ocupado el Foro el 16 de marzo. El Senado fue reunido en el templo de Tellus por iniciativa de Marco Antonio al día siguiente, además de conceder una amnistía a todos los conjurados. Para el funeral de César, se decidió que fueran convocados Funerales Públicos, con lo que contentaba así a los partidarios de este. Se atrae también el favor popular al hacer repartos de dinero. Él será el más favorecido a la muerte del César, puesto que se encuentra apoyado por el Senado, además de porque era el principal lugarteniente del propio César.
 
Las cosas se fueron complicando cuando se conoció el testamento del César, el cual daba generosos donativos a la plebe, dejaba legados a gente como Marco Antonio, y nombraba heredero a Octavio. Eso hace que se comience a manifestar un malestar en el pueblo, puesto que había sido César muy generoso con todo el mundo, incluido con sus propios asesinos, a quienes dejaba legados.

En el funeral terminaron explotando los ánimos de la gente. César fue incinerado en el Foro, saltándose de esta forma las normas establecidas. Además, el pueblo fue hasta la casa de los conspiradores, los cuales consiguieron escapar de la ciudad, incluidos Casio y Bruto, que eran pretores y debían pedir permiso a Marco Antonio, el cual se lo concede. Mientras, Marco Antonio intenta aplacar los ánimos de la plebe.

La situación, de ira popular, progresivamente se fue apaciguando, por lo que se llega a una especie de paz en Roma tras el asesinato de César. Por ese motivo Marco Antonio decide partir a la Campania, para allí dedicarse a establecer colonias para los soldados veteranos de César, al sur del Lacio. En esos asentamientos seguramente se dejará gran parte de las finanzas que dejó César, hecho que será muy reclamado por los enemigos de Marco Antonio.

Pero esa situación de paz momentánea que deja Marco Antonio se ve alterada por el joven Octavio, a quien el asesinato del César sorprendió en Apolonia, donde se encontraba preparando la campaña contra los partos, y además estaba así completando su formación militar. Octavio contaba con tan sólo 18 años en el momento del asesinato, partió inmediatamente a Roma. Según las fuentes, desde el primer momento quiere vengar la muerte de César, aunque tardó un tiempo en acometer dicha venganza. Octavio llegó a Roma en los primeros días de mayo, después de detenerse unos días en Italia meridional.

Octavio, quien como parte de la herencia había también adoptado el nombre de su padre adoptivo, denominándose ahora como Cayo Julio César Octaviano, fue el que rompió esa situación de paz momentánea alcanzada por Marco Antonio, puesto que a pesar de los consejos que le dan sus más allegados de renunciar a la herencia y a la adopción de César, este decide aceptar ambas cosas.

Octaviano aceptará por lo tanto la herencia, y será bien acogido por los amigos y partidarios de César, quienes no están contentos con la ambición que está mostrando Marco Antonio. Recibe ese favor, sin duda, también gracias al dinero. Paga a la plebe 300 sestercios por cabeza, que era lo que había estipulado César en su testamento. También otorga un donativo a las legiones establecidas en el sur de Italia, en la Campania, con las que se gana su favor, y con ello recluta un ejército privado, por lo comete una ilegalidad. Dos legiones de la Campania desertan y se pasan al bando de Octavio. También costea Octaviano una serie de juegos en honor de César.

Todas estas actuaciones de Octaviano, hacen que se conviertan en enemigos él y Marco Antonio, pues ambos mantienen una pugna por hacerse con el poder que dejó vacante el fallecimiento de César.
En esos juegos que organiza Octaviano en honor a su padre adoptivo, le favorece la suerte, pues durante la celebración de los mismos, en el cielo se aparece el sidus Iulium, un cometa que es identificado como el alma de César, una divinización. Eso da a la gente la creencia que Octaviano es el hijo de un ser divino. Una vez vista la estrella, esta fue añadida en la frente de la estatua de César en el Templo de Venus.

Batalla de Mutina
Octaviano, que ha ido reuniendo poder desde la muerte de su padre adoptivo, recluta un ejército y participa en el Senado: tiene así poderes militares y políticos. Este hecho se sale del marco legal, e intenta aprovecharlo Marco Antonio para tratar que sea declarado enemigo público. No sólo no lo consigue, sino que además, dos de las seis legiones suyas se unen a Octaviano. Además, Cicerón consigue convencer al Senado para que Octaviano se encuentre amparado en el marco legal.

El primero de enero del año 43 a.C. será cuando el Senado apruebe esas propuestas de Cicerón, con las cuales Octaviano pasará a formar parte del Senado, siendo nombrado Propretor (por edad no podía serlo) y se le facultará para acompañar a los cónsules de ese nuevo año, en calidad de su cargo, para ir a buscar y enfrentarse a Marco Antonio, en la batalla que tendrá lugar en abril de ese año.

El Senado le entregó a Marco Antonio a finales del año 44 a.C. la provincia de la Galia Cisalpina, y este quiso canjearla por el gobierno en la Galia Comata, una provincia que en ese momento se encontraba administrada por uno de los cesaricidas, Décimo Bruto. Con esto Marco Antonio pretendía trasladar desde allí las legiones hacia Macedonia, para tratar de preparar un ataque contra el Imperio de los partos. Pero Bruto se negó a entregar la provincia, por lo que Antonio se dispuso a atacarle a finales del 44 a. C.

Cuando Antonio marchó al norte para disponerse a tomar el mando de la Cisalpina, Bruto se negó a entregársela, amparándose en la amnistía del 17 de marzo, refugiándose en Mutina, ciudad que fue sitiada por Marco Antonio. El Senado no tardó en aprobar la conducta de Décimo Bruto, y Antonio fue declarado hostis rei publícae. Es por esa conducta y por la declaración de enemigo público por lo que Octaviano marcha a la Galia Cisalpina, a enfrentarse a él. A este ejército personal y liderado por Octaviano se le unirán también las fuerzas de los cónsules de ese año 43 a.C., Hircio y Pansa.

Octaviano, en calidad de propretor que era, parte a la Galia Cisalpina al frente de su ejército, para defender a los sitiados de Mutina. A ese ejército se le unieron las fuerzas de los dos cónsules de ese año, Hircio y Pansa.
Pansa se adelantó a sus compañeros y se dirigió al norte de Roma. El 14 de abril Marco Antonio marchó con su cohorte pretoriana, con la II y la XXXV legión, con unidades ligeras y un importante cuerpo de caballería para intentar cortar el paso a Pansa antes de que este se uniese con sus ejércitos a sus aliados. Las tropas de Marco Antonio se encuentran con las de Pansa, en un pueblo llamado Forum Gallorum. Allí las tropas de Pansa son derrotadas y él resultó fallecido en la batalla, pero Marco Antonio fue forzado a retirarse, gracias a la ayuda de refuerzos bajo el mando de Hirtio, las cuales colisionaron con las maltrechas y exhaustas tropas de Marco Antonio.

Tan sólo siete días después de esta primera batalla en la que falleció Pansa, ambos ejércitos se volvieron a encontrar, pero esta vez ya fue en Mutina. Esta vez ya si que estaban las tropas de Octaviano presentes en la batalla. En esta ocasión fue derrotado Marco Antonio, pero en la batalla murió el otro cónsul de ese año, Hirtio, hecho que dejaba a la República sin sus líderes políticos. Marco Antonio consiguió huir de la batalla, no sin dificultades, hacia la Galia Cisalpina. Décimo Bruto también había conseguido huir hacia Macedonia, aunque fue asesinado durante su viaje.
 
Debido a su condición de propretor y a la muerte tanto de Pansa como de Hirtio, obtuvo tras esa batalla el mando de las legiones del Senado. Pero esas muertes de los cónsules levantaron las sospechas del Senado ante la figura de Octaviano, y rechazaron de esa forma la petición del ejército de nombrar cónsul a Octaviano, ante la muerte de los dos que habían sido nombrados ese año. Esa petición es rechazada por el recelo que les crea su figura, y porque son favorables a la causa de los cesaricidas, además de por la edad de Octaviano, pues contaba con tan sólo 19 años en ese momento.

Esto disgustó enormemente a las legiones que estaban al servicio de Octaviano, el cual decidió marchar contra Roma al frente de sus legiones, en agosto de ese mismo año 43 a.C. Octaviano regresaba como general invicto de su batalla de Mutina. En el itinerario a Roma cruzó el Rubicón, tal como hizo César, y da un golpe de Estado. El Senado no tuvo más remedio que elegirle cónsul. Octavio proclama que quien le ha nombrado cónsul era el pueblo y no el Senado. La edad mínima para el consulado era de 24, pero él, en tan sólo un año había alcanzado la máxima magistratura, contando con 19 años.

El 19 de agosto, tras haber cruzado el Rubicón, Octaviano era nombrado cónsul. Además, conseguía la promulgación de una lex curiata que le confirmaba la adopción hacia su persona que incluía César en su testamento, pasando definitivamente a llamarse Cayo Julio César Octaviano. Además de conseguir aprobar esa lex, consiguió también promulgar una ley contra los asesinos de César, revocando de esta forma la amnistía que se les concedió el año anterior. También consiguió que se rehabilitasen a importante miembros cesarianos, como eran Dolabela, Lépido, quien ayudó a Marco Antonio en su huída, y a este mismo. Con estos dos últimos, además, comenzó a mantener negociaciones que terminaron conduciendo a la creación del segundo Triunvirato.

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