lunes, 19 de diciembre de 2011

El Segundo Triunvirato

En el mes de noviembre del año 43 a.C. se emite la Lex Titia. A raíz de esa lex se establece la creación del segundo triunvirato . Este triunvirato entre Lépido, Marco Antonio y Octaviano asume que es una magistratura por la Asamblea. Es encargado de ordenar por parte de la República y es confiado este mandato durante los siguientes 5 años, pudiendo ser prorrogable durante otros 5 años más.

A partir de este momento los triunviros tendrán gran importancia en la toma de decisiones, tanto que estas tendrán fuerza de ley. Los triunviros tendrían los máximos poderes del Estado, y la capacidad de nombrar magistrados y decidir sobre la asignación de tierras, además de tener todo el ejército bajo sus ordenes y podían tomar medidas de excepción. Los principales objetivos que estos triunviros tendrán será el de vengarse de los cesaricidas que todavía hayan pagado por su delito, y consolidar sus posiciones de poder.
El territorio que pertenecía a Roma quedaba dividido entre los tres miembros del triunvirato de la siguiente manera: a Marco Antonio se le entrega la Galia Transalpina y la Galia Cisalpina; a Lépido se le hace entrega tanto de la Galia Narbonense como de Hispania; por último a Octaviano se le entrega Cerceña, Sicilia y África.

Con esta división la parte más fuerte del Imperio le era otorgada a Marco Antonio, mientras que la más débil correspondería a Octaviano, puesto que esas islas no tenían ninguna utilidad para una progresión política, por no mencionar que eran aguas que estaban dominadas por Sexto Pompeyo.
Desde ese momento lo que se inicia en el Imperio romano es un periodo de guerra civil, entre los triunviros y la gente que apoyaba a los cesaricidas, especialmente a Marco Junio Bruto y a Casio. Este conflicto surgió cuando aparecieron las listas de los proscritos, las cuales las usaron los triunviros para deshacerse de los peligros políticos que podrían acecharlos, además de amasarse una importante fortuna.

En esas listas se sabe que estuvieron incluidos unos 300 senadores y unos 2.000 équites. Ese periodo que se abre en Roma fue muy sangriento, un periodo en que hay total impunidad para matar a cualquiera de las personas que figuraban en las listas. Todo aquel que mataba a un proscrito recibía una recompensa; los indices eran quienes señalaban al traidor, y los percussores quienes les mataban.
Esto supuso un grave debilitamiento en la elite senatorial, puesto que muchas familias desaparecieron. Estas familias que desaparecían, eran sustituidas en el Senado por otras que eran fieles al nuevo poder, y habitualmente procedían del ejército. Se trata de una auténtica revolución.
Especialmente importante era todo lo sucedido durante ese año para Octaviano, puesto que a raíz del sidu Iulium la figura de César ha sido divinizada definitivamente. La repercusión de todo esto es que él ya no es el hijo de un simple hombre, sino que lo es de un dios. En las monedas comienza a aparecer como Divi filius, lo que quiere decir hijo de un dios.

Batalla de Filipos
Mediante la Lex Pedia que había sido aprobada en el 43 a.C. por el Senado, tanto el gobierno de Marco Junio Bruto como el de Cayo Casio se consideraban ilegales. Por ese motivo, además de por la venganza por ser dos de los cesaridas, parten Marco Antonio y Octaviano en alianza a por ellos, que se encontraban refugiados en Oriente, concretamente en Macedonia. Ellos tenían la ley de su favor en el momento en que se marcharon de Roma, pero no así el favor de la plebe ante el asesinato.
Habiéndose adueñado de las provincias de Siria y Macedonia, tanto Marco Junio Bruto como Casio se apoderaron de los ejércitos con los que estas contaban. Sumaban así a su favor un total de 19 legiones, a las que había que sumar también las auxiliares. Frente a ese ejército, el que consiguieron reunir Marco Antonio y Octavio en su alianza, era aún más numeroso, llegando a contar con hasta 29 legiones, por lo que por tierra tenían una superioridad manifiesta con respecto al ejército rival. A pesar de la inferioridad de las tropas de los cesaricidas por tierra, la batalla va a tener lugar por tierra.

El 3 de octubre del año 42 a.C. comenzó la batalla general. Marco Antonio ordenó una carga contra Casio, cuyo objetivo eran las fortificaciones y las marismas del campamento de este. A su vez, Bruto cargó contra el ejército de Octaviano, pero lo hizo sin esperar la orden de ataque. Esto último le supuso un gran éxito, puesto que las tropas de Octaviano huyeron y fueron perseguidas hasta que llegaron a su campamento, el cual fue capturado por Bruto y sus hombres. Allí fueron capturados numerosos hombres importantes de las legiones de Octaviano, pero no así él mismo, el cual no fue encontrado en su tienda. Se le había ocultado en la marisma.
Al otro lado de la Vía Egnatia, Marco Antonio consiguió asaltar las fortificaciones de Casio, demoliendo la empalizada que la protegía y el foso. No resultó difícil de capturar el campamento, y Casio fue detenido por tan sólo unos pocos hombres. Parte del ejército defensor había intentado avanzar hacia el sur, y al intentar regresar, fueron repelidos por los hombres de Marco Antonio.

En la contienda, cada bando había derrotado y había sido derrotado en una de sus dos ramas, aunque Octaviano había tenido aproximadamente el doble de bajas que Casio. Pero había una situación de desconcierto general, y no podía ser bien valorado el resultado de la batalla, por lo que ninguno de los contendientes sabía bien el destino que habían corrido el resto. Por eso Casio, al subir a una colina y no conseguir ver que era de Bruto, pensó que este había sido aplastado por Octaviano. Ante ello, pidió a su liberto Píndaro que le quitase la vida. Bruto encontró el cuerpo de Casio sin vida y aunque lloró la muerte de su amigo, evito que su entierro fuese público, para no restarle moral a sus ejércitos.

Ese mismo día 3 sucedieron aún más cosas. En el Mar Jónico fueron interceptados refuerzos de los triunviros (dos legiones, otras tropas y suministros dirigidos por Calvino). Fueron interceptadas por la flota republicana. Con esta acción la posición de Marco Antonio y de Octaviano se planteaba preocupante, puesto que su ejército no podría ser abastecido durante mucho tiempo por Macedonia y Tesalia, mientras que Bruto sí que podría recibir suministros por mar. Para tratar de evitar que sus tropas perdieran motivación ante estas adversidades, se les prometió la entrega de pagas extras, tanto a los legionarios como a los centuriones, de forma individualizada.

Por su parte, el ejército rival había perdido a su mejor estratega. Bruto tenía menos experiencia militar que Casio, por lo que trató de ganarse a sus soldados con una paga extra tras la batalla.

Durante las siguientes semanas se fue preparando una segunda batalla en la zona. Marco Antonio fue avanzando con sus hombres hacía el sur, fortificando una colina que había cerca del antiguo campamento de Casio, la cual no había sido vigilada por Bruto. Bruto fue construyendo puestos fortificados por la zona, para evitar ser flanqueado, aunque mantenía una posición defensiva segura. Su plan era evitar un enfrentamiento abierto, pensando que la superioridad naval tenía que agotar al enemigo. Pero para mala fortuna suya, sus oficiales exigieron una batalla abierta.
 
Temiendo deserciones, y sin información de la derrota de Calvino en el Mar Jónico, Bruto se vio obligado a atacar el 23 de octubre, en contra de sus deseos. La batalla fue un cuerpo a cuerpo entre veteranos. Su ataque fue rechazado y los soldados rompieron filas, huyendo de la batalla. Mientras estos huían, y antes de tomar posiciones defensivas y poder reorganizarse, Octaviano tomó su campamento, con lo que su victoria era completa.
 
Bruto se retiró, acompañado de las cuatro legiones que pudo reunir, a una colina próxima. Allí, vio que la rendición era inevitable y que serían capturados. Ante esa situación desesperada, para él y los suyos, optó por suicidarse .

Consecuencias de la batalla
El gran triunfador de la batalla de Filipos fue Marco Antonio, quien además demostró una clemencia similar a la de Julio César, cuando respetó a Bruto, su rival muerto, aunque luego Octaviano le cortase la cabeza. A pesar de la difícil situación en que le dejó Octaviano tras perder su campamento, él arregló la situación y resultó vencedor de la batalla. Esto le dejaba como el triunviro con mayores honores.
 
Los restos que quedaban del ejército republicano fueron reunidos, y prácticamente 14.000 hombres fueron incluidos en el ejército de los triunviros. Unos pocos soldados veteranos permanecieron en Filipos, la cual se convirtió en una colonia romana. El resto, debían ser asentados, tarea que correspondió a Octaviano.

En esa batalla no solamente murieron los dos últimos cesaricidas, sino que también gran parte de sus seguidores y también los ideales de la República. Los prisioneros, en gran parte, fueron ajusticiados sin piedad por los vencedores. Tan sólo un grupo relativamente pequeño de hombres consiguió escapar y unirse a las tropas de Sexto Pompeyo, quien había comenzado a reclutar un ejército y empezaba ya a adueñarse de una parte de las tierras de Occidente. Además tanto el partido senatorial como el republicano fueron aniquilados. No se podría desafiar, de ahora en adelante, al poder del Triunvirato.

Roma tras la batalla de Filipos
Al haber finalizado la guerra contra los cesaricidas, también se produjo un problema, y era que hacer con los veteranos que habían combatido en la batalla. Según la tradición romana, estos debían ser asentados como colonos y dotarles de tierras. La tarea, puesto que Marco Antonio marchó a Oriente a ocuparse de esa región, le correspondió a Octaviano. Para asentar a los veteranos hay que expropiar las tierras a antiguos propietarios. Hasta 18 ciudades fueron afectadas por esa expropiación de tierras , todas ellas en Italia. Con el asentamiento Octaviano afianzó lazos con estos nuevos colonos, los cuales le están agradecidos y muy dispuestos a colaborar con él.

Tras la derrota de estos últimos seguidores de la República, el poder en Roma queda en manos de los triunviros, cuyo acuerdo se mostrará débil. Tan débil se mostró que al año siguiente de la batalla de Filipos, este sistema entró en crisis. En la batalla habían triunfado tanto Marco Antonio, especialmente, como Octaviano, pero no así Lépido, quien se había quedado en Roma durante la batalla y por ello tendrá menos peso político.

La situación en Roma en esos meses posteriores a la batalla de Filipos era muy tensa, llegando casi a provocar una guerra civil, en que todo el mundo estaba enfrentado, con los triunviros a la cabeza. El asentamiento de los veteranos por parte de Octaviano no ayudó a calmar la tensa situación. Con esa mala situación probablemente contase Marco Antonio antes de ir a Oriente, pensando que eso le dejaría a él al poder en solitario, sin tener que apoyarse en ningún aliado para gobernar. Pero Marco Antonio no pudo prever el beneficio que sacaría Octaviano de esos veteranos.

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