sábado, 26 de abril de 2014

El accidente nuclear de Chernobyl

El 26 de abril de 1986 se produjo en las proximidades de Prypiat (Ucrania), en la central nuclear de Chernobyl el accidente nuclear más grave de la historia, el único que alcanzó la categoría 7 (la más alta) en la escala INES hasta el accidente nuclear de Fukushima (Japón). Se estima que la cantidad de material radioactivo liberado en el accidente fue unas 500 veces superior a la cantidad de radiación que liberó la bomba atómica arrojada en Hiroshima en 1945.

Todo gracias a la mezcla mortal de errores humanos y deficiencias de seguridad en la planta, paradójicamente el accidente ocurrió mientras los operarios realizaban una prueba con la que pretendían mejorar la seguridad de la planta nuclear. Pero cometieron gravísimos errores a lo largo de la misma, llevando a la tragedia nuclear.

El accidente nuclear
En la madrugada del 26 de abril del año 1986, cuando pasaban 1 hora, 23 minutos y 40 segundos de la media noche, tuvo lugar el mayor accidente nuclear de la historia. A esa hora, el reactor número 4 de la central nuclear de Chernobyl (Ucrania) explotaba, haciendo saltar por los aires el techo de dicho reactor y liberando al exterior una gran cantidad de materiales radioactivos en los siguientes días al accidente, liberando aproximadamente unas 50 millones de toneladas de material radioactivo.

En 1986, en plena Guerra Fría, a la central nuclear de Chernobyl se le encargó realizar una prueba de funcionamiento a baja potencia, debido a que temía el gobierno de la Unión Soviética un ataque nuclear por parte estadounidense, y que este ataque impidiese que pudieran disponer de toda la potencia de la central.

Anatoli Diatlov, que era el director adjunto de la central nuclear de Chernobyl, sería el encargado jefe de la prueba. Él se había empeñado en realizar la prueba a una potencia de 200 megavatios, cuando la recomendación era de realizarla aproximadamente a la mitad de su potencia total del reactor (1000 Megavatios). Por ese motivo hubo discusiones en la sala de control el día previsto para la prueba, la noche del 25 al 26 de abril de 1986.

Al tiempo, el hombre que diseñó la central, Bryukhanov, dormía en su casa en la localidad de Prypiat. Bryukhanov había sido el encargado de ordenar realizar la prueba en Chernobyl, puesto que en principio esta no había sido la central elegida para la prueba. Una central que, como se demostraría más adelante, tenía graves fallos en su diseño y construcción.

Al llevar a cabo el experimento, debían bajar la potencia de ese reactor número 4 de 1.000 Megavatios a un 20% de su potencia, es decir, a 200 Megavatios. Pero la central tenía un fallo desde su construcción, y no estaba preparada para funcionar correctamente a baja potencia, circunstancia que los trabajadores de la central desconocían.

Poco después de la media noche, comenzaron a surgir problemas. El primero fue con el flujo de agua de la central. Dos minutos después, cuando el reactor número 4 se encontraba aproximadamente a la mitad de potencia, su potencia bajó a 30 Megavatios y Diatlov ordenó reiniciarlo. Este fue un grave error, puesto que el protocolo de seguridad ordenaba suspender la prueba y esta no podría ser reiniciada hasta haber liberado todos los productos tóxicos, circunstancia que probablemente en la antigua URSS le habría supuesto a Diatlov perder su puesto. Seguramente fue por ello por lo que ordenó reiniciar el proceso.
Media hora después volvieron a saltar las alarmas del reactor 4, pero los técnicos no hicieron caso, pensando que nada malo podría suceder. Lo que no sabían esos técnicos era que el reactor 4 de la central fue abierto a toda prisa, sin contar con la seguridad necesaria, porque el director de la central, al igual que los jefes del partido, querían obtener beneficio de la central, de la cual alardeaban, diciendo que era el orgullo de la Unión Soviética.

El reactor se estaba convirtiendo en una bomba de relojería, porque se estaba acumulando energía en el fondo, un lugar donde los detectores no llegaban. Cada vez había más vapor y menos agua en la turbina, por lo que un operador incrementó el flujo de agua. Diatlov seguía empeñado en hacer la prueba, aún a pesar de la oposición de parte de la sala. La prueba comenzaría a la 1 y 23 minutos de la madrugada.

En ese momento se interrumpiría la tensión y la turbina se apagaría. La presión aumentaba de forma muy peligrosa sobre un sitio conflictivo. Los operarios de la sala se dan cuenta del peligro y deciden bajar las barras de corte, para reducir la energía, pero estas estaban fundidas debido a la temperatura. No se puede contener la presión de dentro del reactor y se produce de esta forma una explosión, que hace que el techo vuele por los aires. Se liberaron más de 50 millones de toneladas de combustible al aire con esa explosión.

Consecuencias del accidente
En el momento en que explota el reactor número 4 de la central, se encontraban trabajando en ese bloque 276 personas, participando en un experimento que consistía en probar un sistema de autoalimentación del reactor para ahorrar energía. Pero detrás de ese experimento se encontraba realmente una orden militar, debido a que la Unión Soviética se encontraba en plena Guerra Fría y temían un ataque por parte de Occidente.

Lo que pretendían con esa orden los militares era que los encargados de la central probasen cuanto tiempo tardaban los generadores de la planta en volver a funcionar después de realizar un corte súbito de la energía. Pretendían cerciorarse que la central nuclear era segura y podría sobrevivir a un ataque bélico. Ataque que las autoridades consideraban como bastante probable.

Dentro de la propia negligencia de la administración de la URSS, lo que sucedió con la ciudad vecina de Prypiat fue la gota que colmó el vaso, ya que esta no fue desalojada hasta media tarde del día 27, es decir, un día y medio después de la explosión. Tardaría, además, una semana en ser completamente desalojada. Se desalojaron a unas 400.000 personas en total en toda la región. Se declaró zona de emergencia en un radio de 30 kilómetros, y unas 600.000 personas resultaron afectadas por la radiación. El accidente creó desconfianza y surgieron numerosas teorías sobre el accidente.

¿Qué pasó con la central nuclear?
La central de Chernobyl, en contra de lo que piensa gran parte de la gente, no cerró, debido a la dependencia de Ucrania de la electricidad obtenida por la energía nuclear. El último reactor en funcionamiento de la central fue cerrado el 15 de diciembre del año 2000 (con el Memorándum de Ottawa, Ucrania había expresado su voluntad de cerrar la central en 1995).

La radiación que se registró en el reactor tras la explosión fue de aproximadamente 30.000 Roetgens, cuando la radiación natural que un hombre recibe a la hora es de 0.0001 Roetgens. La contaminación aquel día provocó que más de 200 personas fueran ingresadas en los hospitales, y 31 resultaran muertas aquel día. A esas víctimas habría de sumar las incontables personas a las que ha afectado la contaminación, incluyendo a los niños que han ido naciendo años más tarde del accidente, creciendo con serias malformaciones derivadas de la contaminación.

Actualmente, la contaminación que se detecta en Chernobyl a la hora es de 2 Roetgens, unos niveles que siguen siendo letales para el ser humano y que siguen impidiendo cualquier tipo de vida humana en las inmediaciones de la central, pero se encuentran muy lejos de los 30.000 detectados poco después del accidente. Sin embargo este nivel de contaminación va a impedir que ninguna persona pueda vivir allí de forma segura en los próximos 25.000 ó 30.000 años, según los cálculos de los especialistas. La radiación expulsada por el reactor se extendió por gran parte de Europa.

Liquidadores. Héroes anónimos
La contaminación no se extendió más gracias a la labor de unos héroes que no han sido reconocidos como merece su historia, los liquidadores. Esta contaminación radioactiva que se extendió por el cielo, no se desplazó de manera uniforme, sino que lo hizo de manera irregular, en forma de nubes radiactivas, dependiendo de las condiciones meteorológicas.

Según informes soviéticos, Bielorrusia recibió más de la mitad de la contaminación que hubo en la extinta URSS, y el informe TORCH, del año 2006, determina que más de la mitad de las partículas que podían ser arrastrada por el viento fueron a parar fuera de Ucrania, Bielorrusia y de Rusia. En Europa tomaron medidas como la restricción de alimentos.

Las consecuencias del accidente para los responsables del mismo, fueron que quien diseño la central, Bryukhanov fue condenado a 10 años de trabajos forzados, aunque fue liberado poco después, por enfermedad mental. Por su parte, el técnico encargado del experimento, Diatlov vivió hasta 1995, muriendo a causa de un infarto y no por radiación. Diatlov siempre culpó a posteriori a las autoridades del país y no a su propia acción al accidente.


Saludos a todos!!

lunes, 14 de abril de 2014

La Segunda República española

La proclamación la Segunda República en España el 14 de abril de 1931 no fue un suceso casual, sino que fue una consecuencia de varios hechos que tuvieron lugar durante el final del reinado de Alfonso XIII. Esos sucesos tienen que ver con la desligitimación que sufrió la Monarquía restauracionista que pretendía llevar a cabo Alfonso XIII cuando permitió la Dictadura de Primo de Rivera (1923-1930) y también al fracaso que sufrió en su intento de volver a la normalidad constitucional, con el periodo conocido como Dictablanda, del General Berenguer (1930-1931).

12 de abril de 1931
Las elecciones municipales
Tras la caída de la Dictadura de Primo de Rivera y fracasar la Dictablanda de Berenguer, el rey Alfonso XIII nombró al Almirante Juan Bautista Aznar, en febrero de 1931, para presidir un gobierno de concentración monárquica. Éste propondría un nuevo calendario electoral: el domingo 12 de abril de ese año se celebrarían elecciones municipales, para posteriormente celebrarse elecciones a Cortes, teniendo éstas carácter de Constituyentes, por lo que podrían proceder a la revisión de las facultades de los Poderes del Estado y la precisa delimitación del área de cada uno (es decir, reducir las prerrogativas de la Corona) y a una adecuada solución al problema de Cataluña. Esto supuso que muchos entendieran que las elecciones suponían un plebiscito hacia la Monarquía.

El lunes 23 de marzo sería cuando quedasen restablecidas las garantías constitucionales, suprimiéndose así la censura y reconociendo la plena libertad de reunión y asociación. El domingo 5 de abril, una semana antes de las elecciones tendría lugar la presentación de candidaturas de los 81.099 concejales en los 8.943 distritos municipales. Gracias al restablecimiento de las garantias constitucionales en marzo, pudieron celebrarse en la citada fecha del 12 de abril las elecciones que había propuesto Aznar.

Tras el recuento de las elecciones celebradas el domingo 12 de abril de 1931, el resultado que llegó al Ministerio de Gobernación, situado en la Puerta del Sol madrileña, señalaba que las candidaturas republicano-socialistas habían obtenido la victoria en 41 de las 50 capitales de provincias posibles, si bien en las zonas rurales el triunfo había sido para los monárquicos, debido a que aún funcionaba en esas zonas el caciquismo y el pucherazo con mucha mayor fuerza que en las capitales de provincia.

El recuento dejó un número inexacto de votos y concejales para cada concurrente a las mismas, pero sí que se han dado aproximaciones bastante cercanas a la realidad de las mismas. Presentaremos los datos de Miguel Martínez Cuadrado y de Javier Tussell, contrastados historiadores españoles. El primero determinó en 1969 que del total de votos, 39.568 fueron proclives a los republicanos, por 19.035 a la Monarquía. Otros 15.198 lo serían a los tradicionalistas, integristas, nacionalistas... Por su parte Tussell hablaba de que los monárquicos obtuvieron 40.324, los republicanos 34.688, los socialistas 4.813, los indefinidos 1.207 y los comunistas 67. En cuanto a las capitales de provincia, en Madrid los republicanos obtendrían el 76% de votos, en Valencia un 79%, en Barcelona un 63% o un 57% en Sevilla.

El recuento indicaba que en Madrid los concejales republicanos iban a triplicar a los monárquicos, y en Barcelona los cuadruplicaban. Esos resultados hicieron que los partidarios de la República considerasen esas elecciones como un plebiscito en contra de la Monarquía y a favor de la República. 

Lunes 13 de abril
El todavía presidente Aznar hacía su entrada en el Palacio de Oriente para celebrar de urgencia un Consejo de Ministros en la mañana del lunes 13 de abril, a las diez y media. A su entrada, fue preguntado por los periodistas sobre si había crisis en el gobierno. La respuesta del presidente fue:
¿Que si habrá crisis? ¿Qué más crisis desean ustedes que la de un país que se acuesta monárquico y se despierta republicano?
En dicha reunión, Juan de la Cierva y Peñafiel defendió la resistencia, apoyado por otros dos ministros, Bugallal y García Prieto. Había que constituir un gobierno de fuerza y resistir, indicó el Ministro de Fomento. Pero el resto de ministros, encabezados por el Conde de Romanones, creían que todo había acabado, especialmente cuando llegaron a ellos las respuestas titubeantes de los capitanes generales al telegrama mandado por Dámaso Berenguer horas antes.

Nada más concluir la reunión del Consejo, el rey se reunió con Gabriel Maura para que este intentase contactar con su hermano, Miguel, que era miembro del Comité Revolucionario y conocer así las pretensiones de los republicanos. Gabriel Maura envió al Marqués de Cañada Honda a casa de su hermano, quien le indicó que su postura era inamovible, y esta era la abdicación del rey.

Esa tarde el Comité Revolucionario haría público un comunicado en el que decía que el resultado de las elecciones había sido desfavorable a la Monarquía y favorable a la República y anunciaban que actuarían con energía y presteza a fin de dar inmediata efectividad a los afanes implantando la República.

A lo largo de la noche del lunes corrió el rumor por la capital de que el rey había abandonado Madrid para dirigirse a la frontera y abandonar el país. Por ello se desataron algunas manifestaciones para festejar la marcha del monarca.

Esa misma madrugada, el Conde de Romanones envió una nota al rey en la que le pedía reunir al Consejo de Ministros y comunicar la renuncia del rey. Al poco rato, el monarca telefoneó al subsecretario del Ministerio de la Gobernación, Mariano Marfil, para exigirle disolver las concentraciones. Marfil le indicó que eso sería imposible, porque los soldados no le obedecerían, a lo que el rey respondió, supuestamente, que era lo que le quedaba por saber. Pasaron unos minutos cuando volvió a telefonear a Marfil, e indicarle que buscase una ruta segura para abandonar España. La ruta que decidirían sería finalmente la de Cartagena.

Martes 14 de abril
Eibar fue la primera ciudad en proclamar la República en su municipio, a las seis y media de la manaña del 14 de abril de 1931. En las elecciones de dos días antes, había resultado la composición del ayuntamiento con 10 concejales socialistas, ocho republicanos y otro más del PNV. La bandera tricolor fue izada en la citada hora por el concejal más joven de la nueva corporación, Mateo Careaga, militante de Acción Republicana.

Eibar (Guipúzcoa) fue el primer municipio que proclamó la República, seguida de Sahagún (León) y Jaca (Huesca). Por ese motivo, el Gobierno de la II República española les concedería el título de Ilustrísimas Ciudades. Pero a estas tres ciudades, a lo largo de todo ese martes 14 de abril de 1931 las seguirían los ayuntamientos de las principales ciudades, como Valencia, Barcelona o Madrid fueron proclamando la República.

Proclamación en Valencia
Las calles se fueron llenando de gente por la mañana celebrando el triunfo de la llamada Alianza Antidinástica, cuyo máximo dirigente era Sigfrido Blasco-Ibáñez, hijo del fundador del Partido de Unión Republicana Autonomista, Vicente Blasco-Ibáñez. Dicha alianza obtuvo más de 36.000 votos y 32 concejales, frente a los más de 12.000 votos y 18 concejales monárquicos. El día anterior se había disuelto a los manifestantes, pero ese día la Guardia Civil no pudo reprimir los gritos de Viva la República de la capital del Turia. A lo largo de la tarde, tomando posesión del cargo en el Ayuntamiento, proclamó la República ante la multitud que se agolpaba en la Plaza de Castelar.

Después de eso, una manifestación encabezada por la Junta Provisional Republicana se dirigió en primer lugar a la sede del Gobierno Civil y después a la Capitanía General, para izar en ambos lugares la bandera republicana. Ni el Gobernador Civil, Luis Amado, ni el Capitán General, Pin Ruano, accedieron a ello mientras no llegasen nuevas órdenes desde Madrid.

A última hora del día los concejales y dirigentes de los partidos de la Alianza Antidinástica se reunieron en el Ayuntamiento (abarrotado de gente) y eligieron como alcalde provisional a Vicente Marco Miranda y se redactó un bando en favor de la República. El día  15 de abril sería declarado festivo, habiendo por la tarde un desfile militar encabezado por el propio Capitán General, quien delante del Ayuntamiento rindió homenaje a la nueva bandera.

Proclamación en Barcelona
Poco antes de las dos de la tarde del 14 de abril, uno de los líderes de Esquerra Republicana de Cataluña (fuerza que obtuvo 25 concejales, frente a los 12 de Lliga Regionalista o la candidatura republicana-socialista), en el balcón del Ayuntamiento de Barcelona proclamó la República e izó su bandera. Una hora después, el líder de Esquerra, Francesc Macià, se dirigía en el mismo lugar a la multitud que ya se concentraba en la Plaza de Sant Jaume, para proclamar en nombre del pueblo catalán el Estado de Cataluña.

A media tarde, Macià se dirigiría de nuevo a la población, desde el balcón de la Diputación, en la misma plaza de Sant Jaume, para comunicarles que había tomado posesión del gobierno de Cataluña. Firmó a continuación un manifiesto en el Palacio de la Diputación en que proclamaba dicho Estado Catalán, bajo la forma de la República. Sus primeras acciones en el poder fueron nombrar como Capitán General al general López Ochoa y designar Gobernador Civil a Comanys.

En esa misma tarde habría una tercera declaración de Macià, también por escrito, al saber que Madrid había proclamado la República y que el rey abandonaba el país. Declaró que la República Catalana era un Estado integrante de la Federación Ibérica. Días más tarde, con varios ministros del Gobierno Provisional accedería a adoptar un estatuto de autonomía promulgado por las cortes, en lugar de ser una republica diferenciada de la española.

Madrid proclama la República y cae la Monarquía
A lo largo de la mañana de ese martes 14 de abril, el General Sanjurjo, en aquel momento director de la Guardia Civil, se dirige a la casa de Miguel Maura, donde están reunidos los miembros del Comité Revolucionario que no se encuentran exiliados en Francia. Entre ellos se contarán Alcalá-Zamora, Largo Caballero, Casares Quiroga o Fernando de los Ríos.

Por su parte, Alfonso XIII pide al Conde de Romanones, que era viejo conocido de Alcalá-Zamora, que se ponga en contacto con él para, como presidente del Comité Revolucionario, garantice su salida y la de su familia de forma pacífica del país. Romanones y Alcalá-Zamora se reunirán en la casa del doctor Gregorio Marañón, en donde el segundo se mostrará intransigente con la postura defendida por su viejo amigo y exigirá la marcha del país del monarca antes de que acabe el día.

Será en las primeras horas de la tarde cuando por fin izaron la bandera republicana en lo alto del edificio de Correos y Telégrafos, en la Plaza de Cibeles. Desde entonces la multitud comienza a acudir a ese punto, para dirigirse posteriormente desde allí a la Puerta del Sol. Portará esa multitud numerosas banderas tricolor y retratos de los Capitanes Fermín Galán y Ángel García Hernández, ejecutados por la Sublevación de Jaca del año anterior.

Ante estos hechos, los miembros del Comité Revolucionario se dirigirán a la Puerta del Sol. Al llegar, Miguel Maura llama al portalón del Ministerio de la Gobernación y grita: "Señores, paso al Gobierno de la República". Los guardias civiles de la entrada se cuadran y presentan armas, tal como había hecho Sanjurjo en la casa de Maura horas antes. A continuación el Comité Revolucionario se constituirá en Gobierno Provisional de la República, designando a Niceto Alcalá-Zamora como su presidente. Esto ocurrió alrededor de las ocho de la tarde del 14 de abril.

A esa misma hora, el rey se despedía de los nobles y grandes de España que habían acudido al Palacio de Oriente. Posteriormente abandonaría Madrid en coche, con dirección a Cartagena. Allí embarcaría, a eso de las cuatro de la madrugada en el crucero Príncipe de Asturias, con rumbo a Marsella. Pocas horas después serían la reina y el resto de la familia los que abandonarían Madrid en tren, con dirección a la frontera con Francia.

El día 16 se haría público el siguiente manifiesto, que había sido redactado por Gabriel Maura, en nombre del rey. Al día siguiente sería publicado por el diario ABC en portada, acompañado de una Nota del Gobierno acerca del mensaje:
Las elecciones celebradas el domingo me revelan claramente que no tengo hoy el amor de mi pueblo. Mi conciencia me dice que ese desvío no será definitivo, porque procuré siempre servir a España, puesto el único afán en el interés público hasta en las más críticas coyunturas. Un rey puede equivocarse, y sin duda erré yo alguna vez; pero sé bien que nuestra patria se mostró en todo tiempo generosa ante las culpas sin malicia.
Soy el rey de todos los españoles, y también un español. Hallaría medios sobrados para mantener mis regias prerrogativas, en eficaz forcejeo con quienes las combaten. Pero, resueltamente, quiero apartarme de cuanto sea lanzar a un compatriota contra otro en fratricida guerra civil. No renuncio a ninguno de mis derechos, porque más que míos son depósito acumulado por la Historia, de cuya custodia ha de pedirme un día cuenta rigurosa.
Espero a conocer la auténtica y adecuada expresión de la conciencia colectiva, y mientras habla la nación suspendo deliberadamente el ejercicio del Poder Real y me aparto de España, reconociéndola así como única señora de sus destinos.
También ahora creo cumplir el deber que me dicta mi amor a la Patria. Pido a Dios que tan hondo como yo lo sientan y lo cumplan los demás españoles.

Alfonso XIII abandonaría el país sin abdicar formalmente, trasladándose a Marsella y posteriormente a París. Finalmente fijaría su residencia en Roma, en donde permanecería hasta su muerte, un 28 de febrero de 1941. Pocos meses antes, en enero de ese mismo año, abdicaría sus derechos en su tercer hijo, Juan.

La fiesta popular revolucionaria
En esta ocasión, la República no había llegado mediante un pronunciamiento militar o un vacío de poder por la abdicación del rey, sino que en esta ocasión el rey se había visto empujado a marcharse por una fiesta popular revolucionaria, que había tenido su primer episodio en Eibar en las primeras horas del 14 de abril de 1931, pero que rápidamente se había extendido a lo largo y ancho de todo el país.

Fue tal la fiesta popular revolucionaria que todo el mundo se terminó citando en las plazas más importantes de las ciudades para celebrar el resultado de las elecciones municipales que se habían celebrado dos días antes, celebrando festivamente la República.

La Segunda Republica española apenas pervivió durante cinco años, en los que, sin embargo, consiguió reformas de gran alcance, junto con la obtención de derechos y libertades con las que nunca antes habían podido contar los ciudadanos del país.


Saludos a todos!!

lunes, 7 de abril de 2014

Octavius. La leyenda del barco fantasma

El 10 de septiembre de 1761 partió desde Londres un barco con destino a China. Ese barco era el Octavius. Tras llegar a su destino en Asia, meses después, el barco fue nuevamente cargado para el viaje de regreso a Gran Bretaña. Pero dicha nave jamás llegaría a su destino, ya que desapareció en el transcurso del viaje de vuelta, a lo largo de 1762, sin volver a tener más noticias de él.

No se volvería a saber nada del Octavius hasta que trece años más tarde, el 11 de octubre de 1775, cuando el vigía de un ballenero groenlandés que faenaba por las aguas del Atlántico Norte dio el aviso de que a poca distancia había un barco a la deriva. Warren, el capitán del barco The Herald, que así se llamaba el ballenero, ordenó a su tripulación acercarse a ese barco que navegaba aparentemente sin rumbo.

Conforme se fueron acercando al Octavius, pudieron ir observando como las velas del barco se encontraban totalmente destrozadas y que este se encontraba cubierto de una gruesa capa que destelleaba a lo lejos. Desde el Herald lanzaron varios llamamientos a la tripulación del otro barco, pero el silencio fue la única respuesta que obtuvieron

Warren ordenó por ello bajar un bote para abordar ese barco. Pidió que le acompañasen varios de sus hombres. Ninguno de ellos dio ningún paso al frente, ya que como buenos marinos eran supersticiosos. Tras permanecer inmóviles, exigió a ocho de sus hombres que le acompañasen. El bote poco a poco se fue acercando a la proa, donde pudieron leer el nombre de aquel misterioso barco. Octavius consiguieron leer, bajo una gruesa capa de hielo. Nadie había oído hablar nunca sobre él.

Una vez al lado de la nave, y desde el bote, Warren hizo un último llamamiento a la tripulación. La única respuesta que recibió la proporcionó el eco. El capitán decidió subir abordo con cuatro de sus hombres. Los cinco se encontraron la cubierta tapada por el hielo y no observaron a ningún marinero sobre ella. Consiguieron abrirse camino a través del hielo y alcanzaron los camarotes. Allí se encontraron nada menos que a veintiocho hombres congelados, todos ellos acostados en su litera y cubiertos por varias capas y ropa, como si tratasen de abrigarse. Todos ellos se encontraban en perfecto estado de conservación, gracias a la acción del hielo.

Después de observar lo ocurrido en los camarotes, los hombres que habían abordado el barco fueron a la cabina del capitán, donde encontraron un espectáculo de similares características. El cuerpo del capitán del barco se encontraba sentado en una silla frente a su escritorio, con las manos entrelazadas sobre las piernas y la cabeza tumbada hacia un lado, con los labios entreabiertos. El cuaderno de bitácora y una pluma se encontraban en el escritorio.

En una cabina que había detrás de la suya encontraron otros tres cuerpos más. Uno de ellos era el de una mujer que se encontraba acostada en una camilla descansando, con su cabeza sobre el brazo, con los ojos abiertos mirando a un hombres que se encontraba sentado con las piernas cruzadas en la esquina contraria del cuarto. En sus manos había un pedernal y una barra de metal. Frente a él había un poco de serrín cubierto de escarcha. Había intentado encender un fuego, pero la muerte le había sorprendido. Junto a él había una chaqueta del marinero, y bajo ella, se encontraba el cuerpo de un niño abrazado a un muñeco de trapo.

En ese punto los marineros del Herald que habían acompañado a su capitán, que ya estaban bastante nerviosos, se mostraron reacios a seguir en el barco y le pidieron abandonarlo. El capitán quería saber más y bajó al depósito, donde no encontró comida. Al subir de nuevo a la cubierta, sus hombres, que eran presas del pánico, amenazaron con amotinarse si no se retiraban inmediatamente. El capitán tuvo que acceder a abandonar la embarcación, no sin antes hacerse con el cuaderno de bitácora.

Ya en su barco, después de ver Warren con tristeza como se perdía en el horizonte el Octavius, se dirigió a su cabina con intención de leer el cuaderno de bitácora. Allí pudo observar que a éste le faltaban todas las páginas, con excepción de la primera y la última página. Para saber el motivo por el cual sólo se conservaban esas dos páginas hay dos versiones. La primera dice que al marinero que había llevado el cuaderno se le habían caído al mar las otras hojas, mientras que la segunda versión dice que el resto de páginas se quedaron pegadas en la mesa porque se quedaron congeladas.

En la primera de esas dos páginas que se conservaron, Warren leyó que el capitán del Octavius había escrito que partieron de Inglaterra rumbo a China el 10 de septiembre de 1761. La última página, por contra, tenía una sola anotación, fechada el 11 de noviembre de 1762:
"Hasta ahora hemos estado atrapados en el hielo durante 17 días. Nuestra posición aproximada es Longitud 160º Oeste, Latitud 75º Norte. El fuego finalmente se extinguió ayer y el maestre ha estado tratando de encenderlo otra vez pero sin mucho éxito. Le ha dado la piedra a uno de los marinos. El hijo del maestre murió esta mañana y su esposa dice que ya no siente el frío. El resto de nosotros no siente lo mismo en esta agonía."
Esas líneas del cuaderno reflejaban algo asombroso para la época, pues el capitán del Octavius se había arriesgado a regresar a través del inhóspito y traicionero Paso del Noroeste. Un Paso que durante varios siglos habían buscado los marineros, en busca de una ruta más corta entre el Atlántico y el Pacífico para llevar a cabo el intercambio comercial entre Asia y Europa. Ese Paso del Noroeste era el sueño de las potencias europeas para eliminar el largo viaje alrededor de la punta de Sudamérica.

El resultado de esa hazaña no pudo ser más negativo para el Octavius, pues se perdió su rastro en 1762 y no volvió a ser visto hasta trece años después, cuando fue divisado por el Herald, cuando ya habían muerto todos sus hombres congelados. Según el cuaderno de bitácora, el buque había quedado atrapado en el hielo del norte de Alaska y todos sus ocupantes, por tanto, habían hallado la muerte en su interior.

Pero a pesar de su desaparición, año tras año el barco consiguió permanecer a flote, y aún a pesar de que nadie atendiese el timón, se había deslizado a través del norte de Alaka hasta alcanzar el ansiado Atlántico Norte. Es decir, el Octavius había conseguido ser la primera embarcación en atravesar el Paso del Noroeste, en una proeza que llevó a todos sus ocupantes a la muerte.

Después de dejar marchar el Herald al Octavius, este desapareció en el mar para siempre. Jamás se volvió a saber nada de él. Es por ello por lo que a día de hoy nadie ha podido verificar o desmentir la autenticidad de esta historia, y es probable que no se pueda hacer nunca.

Pasarían más de ciento treinta años tras la desaparición del barco hasta que otro buque, el Gjoa, comandado por el explorador noruego Roald Amundsen, lograse cruzar con éxito el Paso del Noroeste en el año 1906, convirtiéndose así en el segundo barco que había conseguido unir el Pacífico y el Atlántico por una ruta más corta y rápida que la realizada hasta ese momento.


Saludos a todos!!