lunes, 14 de abril de 2014

La Segunda República española

La proclamación la Segunda República en España el 14 de abril de 1931 no fue un suceso casual, sino que fue una consecuencia de varios hechos que tuvieron lugar durante el final del reinado de Alfonso XIII. Esos sucesos tienen que ver con la desligitimación que sufrió la Monarquía restauracionista que pretendía llevar a cabo Alfonso XIII cuando permitió la Dictadura de Primo de Rivera (1923-1930) y también al fracaso que sufrió en su intento de volver a la normalidad constitucional, con el periodo conocido como Dictablanda, del General Berenguer (1930-1931).

12 de abril de 1931
Las elecciones municipales
Tras la caída de la Dictadura de Primo de Rivera y fracasar la Dictablanda de Berenguer, el rey Alfonso XIII nombró al Almirante Juan Bautista Aznar, en febrero de 1931, para presidir un gobierno de concentración monárquica. Éste propondría un nuevo calendario electoral: el domingo 12 de abril de ese año se celebrarían elecciones municipales, para posteriormente celebrarse elecciones a Cortes, teniendo éstas carácter de Constituyentes, por lo que podrían proceder a la revisión de las facultades de los Poderes del Estado y la precisa delimitación del área de cada uno (es decir, reducir las prerrogativas de la Corona) y a una adecuada solución al problema de Cataluña. Esto supuso que muchos entendieran que las elecciones suponían un plebiscito hacia la Monarquía.

El lunes 23 de marzo sería cuando quedasen restablecidas las garantías constitucionales, suprimiéndose así la censura y reconociendo la plena libertad de reunión y asociación. El domingo 5 de abril, una semana antes de las elecciones tendría lugar la presentación de candidaturas de los 81.099 concejales en los 8.943 distritos municipales. Gracias al restablecimiento de las garantias constitucionales en marzo, pudieron celebrarse en la citada fecha del 12 de abril las elecciones que había propuesto Aznar.

Tras el recuento de las elecciones celebradas el domingo 12 de abril de 1931, el resultado que llegó al Ministerio de Gobernación, situado en la Puerta del Sol madrileña, señalaba que las candidaturas republicano-socialistas habían obtenido la victoria en 41 de las 50 capitales de provincias posibles, si bien en las zonas rurales el triunfo había sido para los monárquicos, debido a que aún funcionaba en esas zonas el caciquismo y el pucherazo con mucha mayor fuerza que en las capitales de provincia.

El recuento dejó un número inexacto de votos y concejales para cada concurrente a las mismas, pero sí que se han dado aproximaciones bastante cercanas a la realidad de las mismas. Presentaremos los datos de Miguel Martínez Cuadrado y de Javier Tussell, contrastados historiadores españoles. El primero determinó en 1969 que del total de votos, 39.568 fueron proclives a los republicanos, por 19.035 a la Monarquía. Otros 15.198 lo serían a los tradicionalistas, integristas, nacionalistas... Por su parte Tussell hablaba de que los monárquicos obtuvieron 40.324, los republicanos 34.688, los socialistas 4.813, los indefinidos 1.207 y los comunistas 67. En cuanto a las capitales de provincia, en Madrid los republicanos obtendrían el 76% de votos, en Valencia un 79%, en Barcelona un 63% o un 57% en Sevilla.

El recuento indicaba que en Madrid los concejales republicanos iban a triplicar a los monárquicos, y en Barcelona los cuadruplicaban. Esos resultados hicieron que los partidarios de la República considerasen esas elecciones como un plebiscito en contra de la Monarquía y a favor de la República. 

Lunes 13 de abril
El todavía presidente Aznar hacía su entrada en el Palacio de Oriente para celebrar de urgencia un Consejo de Ministros en la mañana del lunes 13 de abril, a las diez y media. A su entrada, fue preguntado por los periodistas sobre si había crisis en el gobierno. La respuesta del presidente fue:
¿Que si habrá crisis? ¿Qué más crisis desean ustedes que la de un país que se acuesta monárquico y se despierta republicano?
En dicha reunión, Juan de la Cierva y Peñafiel defendió la resistencia, apoyado por otros dos ministros, Bugallal y García Prieto. Había que constituir un gobierno de fuerza y resistir, indicó el Ministro de Fomento. Pero el resto de ministros, encabezados por el Conde de Romanones, creían que todo había acabado, especialmente cuando llegaron a ellos las respuestas titubeantes de los capitanes generales al telegrama mandado por Dámaso Berenguer horas antes.

Nada más concluir la reunión del Consejo, el rey se reunió con Gabriel Maura para que este intentase contactar con su hermano, Miguel, que era miembro del Comité Revolucionario y conocer así las pretensiones de los republicanos. Gabriel Maura envió al Marqués de Cañada Honda a casa de su hermano, quien le indicó que su postura era inamovible, y esta era la abdicación del rey.

Esa tarde el Comité Revolucionario haría público un comunicado en el que decía que el resultado de las elecciones había sido desfavorable a la Monarquía y favorable a la República y anunciaban que actuarían con energía y presteza a fin de dar inmediata efectividad a los afanes implantando la República.

A lo largo de la noche del lunes corrió el rumor por la capital de que el rey había abandonado Madrid para dirigirse a la frontera y abandonar el país. Por ello se desataron algunas manifestaciones para festejar la marcha del monarca.

Esa misma madrugada, el Conde de Romanones envió una nota al rey en la que le pedía reunir al Consejo de Ministros y comunicar la renuncia del rey. Al poco rato, el monarca telefoneó al subsecretario del Ministerio de la Gobernación, Mariano Marfil, para exigirle disolver las concentraciones. Marfil le indicó que eso sería imposible, porque los soldados no le obedecerían, a lo que el rey respondió, supuestamente, que era lo que le quedaba por saber. Pasaron unos minutos cuando volvió a telefonear a Marfil, e indicarle que buscase una ruta segura para abandonar España. La ruta que decidirían sería finalmente la de Cartagena.

Martes 14 de abril
Eibar fue la primera ciudad en proclamar la República en su municipio, a las seis y media de la manaña del 14 de abril de 1931. En las elecciones de dos días antes, había resultado la composición del ayuntamiento con 10 concejales socialistas, ocho republicanos y otro más del PNV. La bandera tricolor fue izada en la citada hora por el concejal más joven de la nueva corporación, Mateo Careaga, militante de Acción Republicana.

Eibar (Guipúzcoa) fue el primer municipio que proclamó la República, seguida de Sahagún (León) y Jaca (Huesca). Por ese motivo, el Gobierno de la II República española les concedería el título de Ilustrísimas Ciudades. Pero a estas tres ciudades, a lo largo de todo ese martes 14 de abril de 1931 las seguirían los ayuntamientos de las principales ciudades, como Valencia, Barcelona o Madrid fueron proclamando la República.

Proclamación en Valencia
Las calles se fueron llenando de gente por la mañana celebrando el triunfo de la llamada Alianza Antidinástica, cuyo máximo dirigente era Sigfrido Blasco-Ibáñez, hijo del fundador del Partido de Unión Republicana Autonomista, Vicente Blasco-Ibáñez. Dicha alianza obtuvo más de 36.000 votos y 32 concejales, frente a los más de 12.000 votos y 18 concejales monárquicos. El día anterior se había disuelto a los manifestantes, pero ese día la Guardia Civil no pudo reprimir los gritos de Viva la República de la capital del Turia. A lo largo de la tarde, tomando posesión del cargo en el Ayuntamiento, proclamó la República ante la multitud que se agolpaba en la Plaza de Castelar.

Después de eso, una manifestación encabezada por la Junta Provisional Republicana se dirigió en primer lugar a la sede del Gobierno Civil y después a la Capitanía General, para izar en ambos lugares la bandera republicana. Ni el Gobernador Civil, Luis Amado, ni el Capitán General, Pin Ruano, accedieron a ello mientras no llegasen nuevas órdenes desde Madrid.

A última hora del día los concejales y dirigentes de los partidos de la Alianza Antidinástica se reunieron en el Ayuntamiento (abarrotado de gente) y eligieron como alcalde provisional a Vicente Marco Miranda y se redactó un bando en favor de la República. El día  15 de abril sería declarado festivo, habiendo por la tarde un desfile militar encabezado por el propio Capitán General, quien delante del Ayuntamiento rindió homenaje a la nueva bandera.

Proclamación en Barcelona
Poco antes de las dos de la tarde del 14 de abril, uno de los líderes de Esquerra Republicana de Cataluña (fuerza que obtuvo 25 concejales, frente a los 12 de Lliga Regionalista o la candidatura republicana-socialista), en el balcón del Ayuntamiento de Barcelona proclamó la República e izó su bandera. Una hora después, el líder de Esquerra, Francesc Macià, se dirigía en el mismo lugar a la multitud que ya se concentraba en la Plaza de Sant Jaume, para proclamar en nombre del pueblo catalán el Estado de Cataluña.

A media tarde, Macià se dirigiría de nuevo a la población, desde el balcón de la Diputación, en la misma plaza de Sant Jaume, para comunicarles que había tomado posesión del gobierno de Cataluña. Firmó a continuación un manifiesto en el Palacio de la Diputación en que proclamaba dicho Estado Catalán, bajo la forma de la República. Sus primeras acciones en el poder fueron nombrar como Capitán General al general López Ochoa y designar Gobernador Civil a Comanys.

En esa misma tarde habría una tercera declaración de Macià, también por escrito, al saber que Madrid había proclamado la República y que el rey abandonaba el país. Declaró que la República Catalana era un Estado integrante de la Federación Ibérica. Días más tarde, con varios ministros del Gobierno Provisional accedería a adoptar un estatuto de autonomía promulgado por las cortes, en lugar de ser una republica diferenciada de la española.

Madrid proclama la República y cae la Monarquía
A lo largo de la mañana de ese martes 14 de abril, el General Sanjurjo, en aquel momento director de la Guardia Civil, se dirige a la casa de Miguel Maura, donde están reunidos los miembros del Comité Revolucionario que no se encuentran exiliados en Francia. Entre ellos se contarán Alcalá-Zamora, Largo Caballero, Casares Quiroga o Fernando de los Ríos.

Por su parte, Alfonso XIII pide al Conde de Romanones, que era viejo conocido de Alcalá-Zamora, que se ponga en contacto con él para, como presidente del Comité Revolucionario, garantice su salida y la de su familia de forma pacífica del país. Romanones y Alcalá-Zamora se reunirán en la casa del doctor Gregorio Marañón, en donde el segundo se mostrará intransigente con la postura defendida por su viejo amigo y exigirá la marcha del país del monarca antes de que acabe el día.

Será en las primeras horas de la tarde cuando por fin izaron la bandera republicana en lo alto del edificio de Correos y Telégrafos, en la Plaza de Cibeles. Desde entonces la multitud comienza a acudir a ese punto, para dirigirse posteriormente desde allí a la Puerta del Sol. Portará esa multitud numerosas banderas tricolor y retratos de los Capitanes Fermín Galán y Ángel García Hernández, ejecutados por la Sublevación de Jaca del año anterior.

Ante estos hechos, los miembros del Comité Revolucionario se dirigirán a la Puerta del Sol. Al llegar, Miguel Maura llama al portalón del Ministerio de la Gobernación y grita: "Señores, paso al Gobierno de la República". Los guardias civiles de la entrada se cuadran y presentan armas, tal como había hecho Sanjurjo en la casa de Maura horas antes. A continuación el Comité Revolucionario se constituirá en Gobierno Provisional de la República, designando a Niceto Alcalá-Zamora como su presidente. Esto ocurrió alrededor de las ocho de la tarde del 14 de abril.

A esa misma hora, el rey se despedía de los nobles y grandes de España que habían acudido al Palacio de Oriente. Posteriormente abandonaría Madrid en coche, con dirección a Cartagena. Allí embarcaría, a eso de las cuatro de la madrugada en el crucero Príncipe de Asturias, con rumbo a Marsella. Pocas horas después serían la reina y el resto de la familia los que abandonarían Madrid en tren, con dirección a la frontera con Francia.

El día 16 se haría público el siguiente manifiesto, que había sido redactado por Gabriel Maura, en nombre del rey. Al día siguiente sería publicado por el diario ABC en portada, acompañado de una Nota del Gobierno acerca del mensaje:
Las elecciones celebradas el domingo me revelan claramente que no tengo hoy el amor de mi pueblo. Mi conciencia me dice que ese desvío no será definitivo, porque procuré siempre servir a España, puesto el único afán en el interés público hasta en las más críticas coyunturas. Un rey puede equivocarse, y sin duda erré yo alguna vez; pero sé bien que nuestra patria se mostró en todo tiempo generosa ante las culpas sin malicia.
Soy el rey de todos los españoles, y también un español. Hallaría medios sobrados para mantener mis regias prerrogativas, en eficaz forcejeo con quienes las combaten. Pero, resueltamente, quiero apartarme de cuanto sea lanzar a un compatriota contra otro en fratricida guerra civil. No renuncio a ninguno de mis derechos, porque más que míos son depósito acumulado por la Historia, de cuya custodia ha de pedirme un día cuenta rigurosa.
Espero a conocer la auténtica y adecuada expresión de la conciencia colectiva, y mientras habla la nación suspendo deliberadamente el ejercicio del Poder Real y me aparto de España, reconociéndola así como única señora de sus destinos.
También ahora creo cumplir el deber que me dicta mi amor a la Patria. Pido a Dios que tan hondo como yo lo sientan y lo cumplan los demás españoles.

Alfonso XIII abandonaría el país sin abdicar formalmente, trasladándose a Marsella y posteriormente a París. Finalmente fijaría su residencia en Roma, en donde permanecería hasta su muerte, un 28 de febrero de 1941. Pocos meses antes, en enero de ese mismo año, abdicaría sus derechos en su tercer hijo, Juan.

La fiesta popular revolucionaria
En esta ocasión, la República no había llegado mediante un pronunciamiento militar o un vacío de poder por la abdicación del rey, sino que en esta ocasión el rey se había visto empujado a marcharse por una fiesta popular revolucionaria, que había tenido su primer episodio en Eibar en las primeras horas del 14 de abril de 1931, pero que rápidamente se había extendido a lo largo y ancho de todo el país.

Fue tal la fiesta popular revolucionaria que todo el mundo se terminó citando en las plazas más importantes de las ciudades para celebrar el resultado de las elecciones municipales que se habían celebrado dos días antes, celebrando festivamente la República.

La Segunda Republica española apenas pervivió durante cinco años, en los que, sin embargo, consiguió reformas de gran alcance, junto con la obtención de derechos y libertades con las que nunca antes habían podido contar los ciudadanos del país.


Saludos a todos!!

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